El efecto de la disminución del ozono sobre la superficie terrestre es el aumento de los niveles de radiación ultravioleta B. Este tipo de radiación UV-B daña a los seres humanos, animales y plantas.
Los incrementos en la radiación UV-B han sido observados no sólo bajo el agujero de ozono en la Antártica, sino en otros sitios como los Alpes (Europa) y Canadá (América del Norte).
Los inicios de este descubrimiento se remontan a 1957-1958, cuando se celebró el Año Geofísico Internacional y se empezaron a medir los valores de ozono sobre la Antártida desde la estación Halley, un centro perteneciente al British Antarctic Survey.La salud humana, se vería seriamente afectada por una serie de enfermedades que pueden aumentar tanto en frecuencia como en severidad tales como: Sarampión, herpes, malaria, lepra, varicela y cáncer de piel, todas de origen cutáneo. La exposición a la radiación ultravioleta ocasiona trastornos oculares y muy especialmente cataratas causantes de ceguera.
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